viernes, 23 de enero de 2009

Kechu

Un sol radiante barnizaba las calles de la ciudad, una leve brisa armonizaba el ambiente a urbe luminosa y una roja mariposa revolotea por el lugar. Llega la mariposa a un dedo amigo, calloso y grisáceo, perteneciente a una maltratada mano. Era gruesa y fuerte, como si su dueño hubiera soportado los más difíciles momentos de la humanidad.

-Hola amiguita, ¿Cómo va todo?, hoy es un lindo día y puedes aún volar libremente por este mundo. La suerte te ha pillado, el no andar a dos patas y paso firme te bendice. Aquí todos te aman, aquí todos te veneran, ¡Ve y sigue!- le dice, en voz alta, el vagabundo a la hermosa figura alada, para luego agitar su mano y provocar el vuelo de esta. Corpulento ser, piel trigueña y marcada por diversas cicatrices, pelo mal cortado, cara sucia, ojos negros achinados, brazos y piernas con músculos muy marcados, uñas largas, una toga como vestimenta. Así lucía este insignificante filósofo analfabeto, que estaba tirado relajadamente a los pies de un edificio de concreto. A su lado yacía su único ser amado, una perra de raza ovejero alemán. Estaba tarareando una sinfonía mientras observaba el encuentro de dos figuras misteriosas.

-Anoche hablé con este tío… Me huele que está echándose atrás, debemos darle apoyo, más bien, darle presión permanente. Quiero que vayas y seas su protector, eso pensarán ellos, pero debes ser una pieza importante para todo esto, cualquier cosa que ocurra me llamas y tienes completo derecho a actuar, ¿Queda claro?- le ordena una figura a otra, poniendo finalmente la mano en el hombro de su prójimo.

-Si, muy claro señor, no le fallaré, conseguiremos exterminar todo este mal de una vez por todas- respondía el segundo. En eso, los dos miran al vagabundo, mucha repugnancia en sus ojos y discriminación. El susodicho responde saludando alegremente.

Los dos sujetos se dan media vuelta y parten por lados contrarios, cada uno llevaba una firme mirada y un paso apresurado, el eclesiástico se pierde por las calles, el protector entra en el edificio de Duchttler. El vagabundo había cambiado su alegre rostro por rasgos de preocupación muy marcados, no contaba con esa pieza en el ajedrez. En eso, la hermosa mariposa que había visto hace un rato volvió a su mano, este la besó tiernamente y ella emprendió el vuelo. Mientras el viejo seguía con la vista al insecto, se encontró con el par de ojos azules.

-No, no entró en la habitación, pero luego lo encontrarán y entonces también habrá una pieza más en este lado, pero ellos ya lo sabrán cuando lo encuentren. Antes, podría peligrar su vida. Pero bueno, ¿Qué más puede hacer un viejo loco que pedir limosna a los transeúntes?

El viejo sacó un jarro de lata y comenzó a pedir limosna a la gente que lo rodeaba, el joven de los ojos azules fumaba un puro hundido en su nerviosismo. Había descubierto que les pintaban un gran cuadro, no podía soportarlo, aún quedaban genes de rebeldía adolescente, esos que les mata el mercado con su cruel látigo. Estaba decidido a sabotear el plan de su jefe, pero no tenía como hacerlo, era un simple empleado de tantos que hacían un trabajo tan parecido. Sin embargo, sabía suficiente de informática como para aprovechar el hecho que los computadores estén conectados en línea, podía robar, editar, borrar, suprimir información. Suficiente. Entonces ya había terminado el puro y estaba listo para volver al edificio. Entró audazmente por la puerta giratoria, se deslizó confiado por los pasillos hasta llegar al ascensor, dónde subió hasta el piso en el que debía trabajar. Antes de salir de este, calló en la cuenta de que había llegado un nuevo personaje al edificio: El Protector. Afortunadamente este estaría preocupado únicamente del mandatario, según había escuchado en la conversación con Fíggeti. No se iba a fijar en un simple empleado, perfecto.

-¡Adelante!- ordenó Duchttler.

Por la puerta entró un alto personaje, calvo, cara alargada y angosta, con anteojos redondos y oscuros. Su cuerpo era delgado y estaba cubierto por una larga sotana roja, en su pecho brillaba una cruz de plata y de sus mangas se escapaban sus finos dedos. Se inclinó ante el escritorio del arzobispo.

-Señor mío, soy el padre Rauch, vuestro ángel protector. Me han encargado cuidarle el resto de los días que sean necesarios para acabar la misión de la criatura.- se presenta el siervo, mirando fijamente hacia el suelo.

-¿Ángel protector? Hmmm… Fíggeti te habrá puesto ese cargo. Esta bien, accedo a vuestra protección, hay suficiente espacio para acogerte, bienvenido hijo mío.- le responde el líder, se pone de píe y camina hasta encontrarse a su lado- ¡Levántate siervo de Díos!

El protector se puso de píe y sobrepasaba la altura de Duchttler por casi medio metro. Este último lo miró a los ojos con paternidad y lo abrazó fuertemente. El novicio se sintió algo incómodo, hace poco había salido de un antiguo convento lejano. A penas su entrenamiento se dio por terminado, Fíggeti lo mandó a llamar para encomendarle la actual misión. Sin embargo, no pensaba en tener que aplicar su entrenamiento en este aburrido edificio, en nombre de esta teoría de la que él mismo a veces dudaba, pero le parecía interesante observar el como la llevarían a cabo, quería ver a la criatura algún día. Aún así, lo que realmente buscaba era una fuerza contraria a esta teoría, así habría un enfrentamiento y todo tomaría mayor atracción. Quería poner a prueba todo lo aprendido en los años recién pasados.

En eso entra Otto por la puerta, al ver al nuevo huésped se detiene extrañado y mira interrogativamente a su jefe.

-¡Otto!, él es el padre Rauch, le encargaron cuidarme para el resto del tiempo que demore la misión, así se aseguran que todo sale bien y nosotros podemos estar más tranquilos-le responde presentándole al joven religioso.

-Un gusto Mr. Otto, espero que mi presencia no le desagrade y podamos compartir en armonía-se expresa el novicio junto a una reverencia.

-Ah, ah-se le oye decir a Otto, mientras cambia el rostro-¡Un placer padre! ¡Que gusto da informarme que nuestro señor estará protegido! Mi lord, la criatura ha permanecido en una posición de meditación durante horas, no se ha movido de su lugar ni una sola pulgada. Es muy extraño.

-Hmmm… Debe estar en un estado de autorreflexión y considerando la imagen de Cristo y nuestro señor Díos. Aún así, está condenado a morir por todos los pecados del mundo, que bello el como se repite la historia, ¿Estará pasando por su propia abstención?- lanza Duchttler sus preguntas teológicas al aire, esperando una respuesta de sus acompañantes.

-El señor es mi pastor, nada me falta…-Comienza a recitar Rauch.

-¿Nada os falta? ¡No les falta ni dinero, ni lujos, ni poder! Pero si les falta humanidad, les falta independencia. No piensan en permitir que hayan abortos, pero si que gran cantidad de gente esté en condiciones indignantes, que mujeres desafortunadas tengan que vender su cuerpo para poder satisfacer sus necesidades básicas. Claro, si hasta uds contratan a las pobres putas para satisfacer sus divinos celibatos. Hacia esos caminos les va guiando su pastor, los caminos de la absurda Santidad, todos sus mártires y hasta el Nazareno, si es que existe, se revuelcan en sus tumbas. Les lleva a los malditos prados de la impunidad para hacer y deshacer sin riesgo alguno, son “obras de Díos”. Pero no solo a uds les disparo mis flechas, también a todos quienes viven en este mundo, pues permiten aberraciones como estas, permiten la existencia de instituciones oscuras y mafias santas. Tengo ganas de morir, ganas de dejar de ser parte de este lugar, pero extraño a mi familia, a mi madre. No queda más que encontrar un equilibrio espiritual, esperar el momento final. Sólo existen dos posibilidades… Vivir o Morir. Pero, ¿habrá otra vida? ¿Disfrutaré el vivir? ¿Qué más puede una criatura como yo hacer? Si no tranquilizo mi alma, me volveré loco.- dialoga consigo mismo, en su abismo interior, el niño encerrado. Para luego proseguir en una actitud de meditación.

Los trabajadores parecían muñecos monótonos, repitiendo sus movimientos de forma tan autómata. En casi todas las pantallas se podía observar lo mismo, reportes y reportes de la salud de la criatura, del comportamiento de la criatura, de las condiciones del lugar donde está encerrada la criatura y de las condiciones del día en el que la teoría se demostrará. Sin embargo, había una pantalla en la que se podía ver una diferencia, un manual para poder utilizar la línea de computadores a su desdén. Muy fácil y práctico, sobretodo para el de los ojos azules, un maestro en computación.

Era cosa de encontrar el momento oportuno, necesitaba una excusa para darle lógica a problemas técnicos, una coartada perfecta. Si tan solo todo se detuviera por un momento.

-Es hora de irme cariño, jamás te olvidaré y menos olvidaré todo lo que hemos hecho juntos. Perdóname, pero mi destino me muestra este camino, el de la santidad, te amo-le besa tiernamente mientras le acaricia el rostro, el otro llora desconsoladamente recibiendo, como un perro fiel, la despedida. El de larga cabellera y largos rasgos se aleja lentamente por el sendero de los olivos, el verde prado y los arreboles en el cielo ambientaban la triste escena. El otro se levanta finalmente para seguir su camino, el opuesto. El viento soplaba con delicadeza, la suficiente como para despeinarle y hacerle caer en la cuenta que ha perdido gran parte de su alma: A su amado… Pero cae drásticamente en un pozo se petróleo, intenta salir a flote y consigue dar con una orilla. Descubre la superficie y sube a ella, entonces se encuentra ante una figura sentada, era un calvo con rasgos alargados. Era él. Nacía una rabia en él y corría a enfrentarle, los dos estaban armados y el calvo contiene su ataque, sonríe. Sonríe y luego se ríe a carcajadas. El otro se asusta y retrocede.
Despierta drásticamente Álastor, amarrado por sus propias sábanas. Hacía mucho que no soñaba con él, un muy viejo amor por quien ya no sentía más que rabia, rabia por haberlo dejado por Díos. Pero, si había soñado con él, era por algo, lucía muy distinto y mayor, ¿Acaso estaban a punto de reunirse? No alcanzó a responderse cuando sintió un ruido a su lado. Álastor saltó y rápidamente rodeó a la figura que le contemplaba.

-¿Soledad?-preguntó, teniendo el cuerpo de ella entre sus brazos y su aroma le invadía el olfato.- ¿Qué pasa?-le vuelve a preguntar sin soltarla.

-Mi lord… ehm… le escuché gritar desde la otra habitación y pensé que ocurría algo grave, es mi deber estar atenta y al servicio de los otros integrantes del círculo- le respondió, tomando las manos del joven con cariño.

-¿Grité? Joder… Creo que estaba demasiado hundido en el sueño, pero igualmente despierto al mínimo ruido y pudiste entrar sin despertarme, tienes muy buena habilidad. Sin embargo, ¿has venido solamente por deber?- le vuelve a preguntar, sin soltarla aún.

-Le mentiría si le dijera que mis deberes me tienen aquí parada, me preocupé un poco más de lo normal-le vuelve a responder, sonriendo y sonrojándose, aun que el Duque no podía notarlo en la oscuridad-Pero, al ver que no ocurría más que una pesadilla, me quedé a contemplarlo un poco, ya no tengo más que descansar, estoy acostumbrada.

-¡Que vergüenza! Jajaja-lleva la mano hacia el rostro de la joven para acariciarla, le llegaba al pecho-Pero, fue más que una pesadilla, una persona apareció en ella, hace mucho tiempo que no se presentaba en mis sueños.

-¿Quién era?-Soledad deseaba saber más sobre su vida.

-Un viejo amor, quizá te impacte un poco, pero es un hombre. Cuando éramos adolescentes tuvimos un romance muy profundo, era todo muy platónico. Nosotros vivíamos en un lugar donde las mujeres eran sólo sirvientes y seres inferiores, afloraba la homosexualidad muy comúnmente. Pero él un día llegó y se fue en búsqueda de la Santidad, amaba más a su Díos que a mí. Me sentí pésimo, por un momento creí haber muerto, pero debía seguir mi camino y volví a casa. Al tiempo después me largué a la ciudad y empecé a forjar la reputación que hoy me antecede. Me di cuenta que las féminas son seres de igual a igual, que había que amarlas tal como lo merecen. Ahora bien, él tenía una hermosa y larga cabellera en esos tiempos, al final de mi sueño apareció calvo y hábil con la espada-Se sinceró el joven, soltándola lentamente y sentándose en la cama, invitándola a acompañarle. Ella accede y se sienta a su lado.

-No me impacta sabes, he visto tantas cosas bizarras en mi vida, como la humanidad se ha desvirtuado y también los de mi sangre, un amor homosexual como ese me parece hermoso y admirable-le sonríe y le acaricia el rostro al Duque.

-¿Los vampiros pueden amar?-le cuestiona Álastor a la joven.

-Si, si pueden-le responde ella.

-Pero, ¿cómo?-vuelve a preguntar el Duque.

-Así como estoy amando yo… Ahora-le responde, besándolo apasionadamente.

Se abrazan mutuamente y le abren las puertas a ese sentimiento retenido que nació apenas la chica le abrió la puerta. Se descubren lentamente, con es paciencia que enciende aún más la llama, se besan hasta la última pulgada del alma. Los vampiros si pueden amar, si pueden sentir esa divina sensación del placer. Aun que los fluidos bailen junto a la sangre. Si pueden hacerlo los pederastas, si pueden hacerlo los torturadores, si pueden hacerlo los asesinos, ¿Por qué no los vampiros? Pero no pueden fecundar, esa es la maldición de la letra pequeña del contrato de la vida eterna. Te besan, pasas a llevar un apellido, pasas a obtener nuevas habilidades, así como nuevos defectos, pero tus órganos contienen cierta cantidad de sangre ajena de la cual te alimentaste, tu corazón no palpita como antes, sólo ante el gozo de alegría de un abrazo. Tus noches ahora serán tus días y tus días tus noches. El padre sol te dañará sin querer, provocándote heridas en la piel, heridas que con el tiempo pasan a ser cotidianas, todo depende de la resistencia de tu linaje. La madre luna será tu guía en los momentos en que todos duermen y te enfrentes al sub mundo. No envejeces, ves como todo se va muriendo, va cambiando, pero tu aspecto está intacto. Tienes que sobrellevar guerras de hambre, guerras de territorios, guerras de especies. Sin embargo, tu corazón siente,pero no late. Conoces el real concepto del amor, ese amor eterno. Ese que en mi dejó de florecer hace decadas y hoy, hoy tú lo has encendido. Todo esto se lo recitó Soledad al Duque, a su lord, mientras descansaba a su lado. Y él la escuchaba atentamente, a su lady, los dos mirando al techo, imaginando una y mil cosas. Pudieron descansar un par de horas antes de que Soledad se levantara y partiera a levantar a los demás. Con un tierno beso se despidieron y un “hasta luego”.

sábado, 25 de octubre de 2008

Caminaba rápidamente por los oscuros callejones de la ciudad, había una suave niebla que enmarcaba la situación. Le perseguían, le perseguían, debía llegar donde la cruz, debía llegar donde la cruz. Sus ropajes sagrados estaban sucios y rotos, al pasar por clavos y polvo se transformaron en harapos de mendigo. Se detiene un momento, da vueltas en si mismo y no sabe donde ir, escucha un fuerte silbido y pisadas venir.
Una figura encapuchada le acorralaba entre fríos edificios y una bandada de buitres aterrizaban tras ella, venían a buscarle, venían a llevarlo donde merecía estar.
Su medida fue tonta, su medida fue tonta, ¿Por qué lo hice? ¿Por qué lo hice?, ¡Es el diablo!, ¡Es el diablo!... Gritaba fuertes ráfagas de desesperación mientras la figura le alcanzaba la sombra.

-¡Puta!-grita el obispo al despertar transpirado, suspira y vuelve a la almohada.

-¿Un sueño oscuro majestad?-le inquirió una voz.

-¡¿Ah?! ¿Quién eres?-cuestiona gritando el mandatario, al ver que a su lado había una figura sentada.

Un joven muchacho de cabello negro largo, piel blanca y ojos rojos. Dientes grandes y afilados. Vestía un abrigo y pantalones fucsia, su pecho estaba desnudo y tenía un tatuaje de hello kitty.

-¿Yo?, Jajaja, pues, ¿Quién crees que soy?-se reía el ente aquel.

-¡El Diablo! ¡Aléjate de mí Satanás!-le ordenaba el religioso, parándose en su cama.
-jajajaja, mira que bonito espectáculo, ¡El rey de los Diablos maldiciendo a un pobre Diablo! ¡Memorable! Te juro que me vendría bien alejarme de ti, pero… Tú me creaste-la mirada del joven penetra duramente en la mente del pontífice.

-¡No! ¡Tú eres el representante del mal aquí y donde sea! ¡Húndete en el infierno ante Díos!-le maldecía el viejo.

-Vale, vale-le responde el muchacho, transformando de a poco su cuerpo en una figura femenina altamente atractiva. Cuando termina, sonríe-¿Así está mejor mi amor?

Al obispo se le hacía agua la boca al ver tan maravillosa belleza y sensualidad, le dieron ganas de usar su fuerza para llevar a la señorita derechamente al confesionario del sexo, así como lo había hecho con unas cuantas novicias alguna vez.

-¡Mírate viejo! ¡Si la tienes hasta parada! ¿Te gustaría darme como lo has hecho con tanta virginal monjita?- se le acerca lentamente el diablo.

-¡No! ¡Tú eres Lucifer! ¡Tú no existes! ¡Tú no existes!-intenta autoconvencerse el sacerdote, cerrando los ojos y tapándose los oídos.



-Si, si existo, y estoy dentro de ti. No es para nada una gracia, digámoslo, pero existo y hoy he venido a reírme una vez más de ti. Mira a lo que te ha llevado tu ambición, tu sed de engaño a todos esos sacristanes que sueñan ser como tú, un supuesto santo. Mira lo que estás a punto de hacer, acabar con una vida inocente, ¿Para qué? Para hacerle creer a la gente que el mal no existe, mientras te vas a un prostíbulo a gozar la victoria, ¡Que fácil!, pero… ¡Todo cae por su propio peso Duchttler!

-Eso… Eso no es cierto- murmuraba el religioso cabizbajo, sabiendo perfectamente que este ente especial tenía mucha razón.

-Jajaja, ves, ni tu te la crees-se burla el diablo mirándole burlón mientras se para y comienza a rodearle-sabes perfectamente que eres el peor de todos, si existiera tu Apocalipsis, no estarías del lado de los “buenos”… Es hora que comiences a rezar por tu propia salvación, tu Iglesia tiene los días contados, allí no tendrás diezmo que pagar para salvarte, no tendrás pito que tocar ni zapato que lustrar.

Al caer en cuenta de su horrorosa humanidad, el obispo rompió en llanto, un llanto con gritos y saltos. La habitación se inundaba de llanto y el demonio ya estaba fastidiándose, era hora de marcharse y dejar al mandatario con su reflexión. Ya había cumplido su objetivo.

En ese entonces la habitación se amplía, el agua comienza a aumentar su volumen y la cama empieza a flotar en el caudal de pena. Pero el religioso no daba cuenta de ello, seguía lamentando su real flagelo, golpeaba fuertemente la cama mientras estaba sentado en ella, ¿Cómo era posible que un miembro de la misma Santa Iglesia Salvadora de Cristo fuera tan pecador? ¿Cuándo había tomado de verdad en cuenta el espíritu religioso? ¡Jamás! ¡Había escondido en su figura pública todos los deseos retenidos antes! Y, al igual que todos, los principios eclesiásticos eran secundarios.

Cuando ya el agua mojaba sus ropajes, no pudo evitar darse cuenta de donde estaba metido, la pieza se extendió a límites fuera de su vista, horizontes de agua y vacío. El lúgubre fluido se movía bestial en olas de acero. No había mucho que hacer, ¿Qué mejor que morir así?, mucho mejor que enjuiciado por todos los actos cometidos, pero debería ser así, en un juicio, debería ser pagando lo hecho. Sin embargo, en esta situación no había salvación, así que se tiró sobre la húmeda cama a esperar que el agua le ahogara. Ya le entraba por la boca y la nariz cuando comienza a salir fuego de este océano triste, el fuego abraza con fuerza el cuerpo del mandatario y lo hace gritar.

-¡Mierda!-grita, mientras se sienta velozmente en su cama, efectivamente todo había sido un sueño. Se puso de píe al lado de la cama y caminó en dirección a su oficina, deseaba ver los papeles del proyecto para reafirmar su iniciativa de llevarlo a cabo.

Salió al oscuro y frío pasillo, lleno de puertas abiertas, rápidamente cruzó parte de este hasta que se le cruzó una figura.

-¡Duchttler! ¡Debemos hablar! –Exclamó la figura, que pronto sacó una linterna e iluminó su rostro para que el sacerdote no se asustara-¡Es urgente!
-¿Fíggeti? ¿Es necesario a estas horas? ¿No puedes venir mañana por el día?-le consulta el obispo, dudoso de estar en un sueño o en la realidad.

-En el día están los empleados acá, tengo que trabajar, y me gusta la oscuridad-le responde Fíggeti.

Este último era colega eclesiástico de Duchttler y sólo se presentaba cuando había noticias de los altos mandos de Díos. Era alto, ancho y calvo, su espeluznante túnica le hacía gigante. No se movió en lo absoluto, a pesar de las ganas de su colega de ir a un lugar más cómodo para conversar, su misión era rápida y seca, no había para que cambiar de escenario.

-¡Se que las tentaciones del Diablo te siguen! Estoy aquí para guiarte hacia el camino de la luz y de las doctrinas apostólicas, el señor nos ha enviado para liberar al hombre del pecado, ¡Mira como está el mundo! ¡Mira como sufren los niños pobres! ¡Como se difunden ideales Satánicos para inculcar mal y tempestades! No hay que dejarse vencer por los miedos, por las críticas destructivas e ilógicas. Hermano mío, sigue el plan al píe de la letra-diciendo esto, el gran obispo comenzaba a mover la mano hipnotizando a su colega, debía convencerlo a toda costa y su discurso simple parecía no tener resultado mayor, pues su colega lo miraba sin credibilidad alguna-¡Ve a la cama y vuelve a descansar! Estarás siendo protegido por las fuerzas especiales de los cruces blancas, una división militar que han dispuesto los gobiernos para nuestros fines evangelizadores, duerme… duerme…

El cuerpo semi dormido de Duchttler se dio media vuelta y volvió a su habitación. El religioso calvo le seguía lentamente, al ver que había entrado su hermano en la habitación, se alejó entre la oscuridad para perderse finalmente.

Ninguno de los dos religiosos se daba cuenta que alguien les observaba, en un rincón del pasillo frágiles rayos de luz lunar se impregnaban en un par de ojos azules, era el empleado. Se había quedado después de los turnos con la excusa que quería adelantar trabajo para la próxima jornada, los guardias no se preocuparon de buscarlo luego en la noche y todos saben que el par de vagos que hacen de rondines se dedican a vigilar los lugares en sus sueños. Aquel sujeto sabía muy bien que todo era un plan extraño creado por oscuras personas, da igual si son eclesiásticos o no, son oscuras personas. Su jefe estaba siendo manipulado vilmente por sus altos mandos, igualmente merece sucumbir debido al mal trato que da a sus subordinados y su hipócrita santidad.
La sangre le hervía y estaba decidido a matar al obispo en su cama, luego se suicidaría. No tenía nada que perder, estaba solo en este mundo, alquilando una pieza en un conventillo, abrigando su soledad con abrazos de prostitutas cariñosas, la muerte era mejor que eso, y una muerte libertaria aún mejor. Caminó sigilosamente en dirección a la puerta que le llevaría hacia su víctima, sudaba y las gotas de transpiración se congelaban a lo largo de su rostro. Estos segundos han sido los más largos de su vida, en sus manos tiene un corta cartas bastante fino, arma que acabará eficazmente con la vida del mandatario, sus pasos son perfectos y el silencio reina en aquel edificio.
Llega frente a la puerta, una puerta común y corriente de oficina, toca la manilla con sus dedos, está heladísima, la gira un poco.

sábado, 4 de octubre de 2008

Talata

-El doctor, el doctor, yo voy, yo voy-desesperada Soledad acudía a la puerta y, antes de abrir, se preocupaba de estar ordenada para la nueva visita. Acto seguido emitió los correspondientes gritos para recibir un aullido agudo de violín.

-Bonas noites diablas y diablos, espero que aquel trono me espere cómodo y con una buena copa de sangre. Me presento, Doctor Diman Vitalius, rector de la facultad de ciencias de la universidad nacional, es un gusto ser parte de esta “fiesta”-se presentaba con una reverencia y haciendo ademanes con el arco del violín.

-Bienvenido Diman, es un gran placer contar con tu asistencia esta noche de luna llena, por favor siéntate para presentarte al resto del círculo-le invita la monje amablemente, el doctor toma asiento de inmediato y la dama se prepara para una larga presentación- Me gusta empezar por mí, llámenle elogatría, narcisismo, cómo quieran, igualmente lo haré. Soy Samanta, monje mayor de los conventos del infierno, a uno de mis lados se encuentra Andrea Drake afanado músico ocultista y cabeza del movimiento secreto del macho cabrío. A mi otro lado se encuentra el Duque Álastor, dueño de la mayoría de los pubs, bares y moteles del reino. Y allí está Lord Marco Latorre, mandatario de la legión templaria perdida. Ahora, se preguntarán quien completa el círculo esta noche, la respuesta siempre ha estado frente a uds, corriendo por aquí y por allá, ¡Soledad, ven y siéntate donde te corresponde!

Samanta sabía que este hecho iba a impresionar a los demás, pero confiaba plenamente en las habilidades de su compañera, pues Soledad había acompañado hace unos días a la monje para buscar a los participantes del círculo y encontrar la forma de invitarlos a dicha reunión, en estos días forjaron un fuerte lazo de amistad.

Al duque le agradó bastante la idea, la sirvienta había atraído su intención bastante y le intrigaban las capacidades que podría tener una descendiente de la casta de los Diavoleri. Igualmente, al doctor le pareció fabuloso completar el círculo con la pequeña. A Andrea le daba lo mismo, con tal de pronto saber el motivo de esta invocación y su papel en la misión. Sin embargo al templario no le gustó mucho la idea, no veía mucho éxito en tal pequeña figura femenina. Este hombre había sido educado de una antigua forma, era el más frío y cruel de los otros participantes de la orden, para él sólo importaba llevar a cabo el fin de toda misión personal.

La joven vampira se sentó un poco cohibida en un principio, pero después nació de ella una presencia imponente que no había expresado en toda la velada. Tomando con mucha fineza su copa, probó con gran placer la sangre que tanto le había esperado allí, demostraba con ello su fuerza de voluntad.

-Bueno, bueno, procedo a explicarles que hacen aquí-rompió el silencio Samanta, mientras avanzaba, su seriedad aumentaba- esta noche de luna llena han sido llamados los seis mandatarios más fieles a las leyes del círculo, los más grandes representantes de las voluntades de la figura creada por la sociedad: El Diablo. Nosotros somos los seis hijos primogénitos de Satanás en este momento, los elegidos para evitar la mayor atrocidad jamás intentada por el hombre y, lo que es más grave aún, por la Iglesia: Demostrar la teoría de concentración del mal.

-¿Concentración del mal?-preguntó boquiabierto Andrea, de su boca babeaba sangre.

-Así decidieron llamarla, consiste en concentrar todo el mal existente en la tierra humana en un organismo vivo, en este caso, un niño-al salir dicha palabra de sus labios, su voz se quebró un momento, se detuvo a tomar un sorbo de sangre y continuó-este plan ha sido desarrollado por un gran grupo de científicos, elegidos por la Iglesia, en las dependencias de la Corporación. Justamente en el edificio central, ubicado a un costado de la plaza de armas. Nuestro deber es salvar al niño de la fatal sentencia y conservar el equilibrio social al cual el hombre no se puede negar, nosotros cultivamos lo que es vital pero muy ocultado, hasta el mismo Obispo comete atrocidades, comete crímenes, siente deseos sexuales, es goloso, le dan ganas de darse tendido a la oscuridad un momento. Sabemos muy bien que hay quienes no merecen ninguna crítica, monjes y sabios que han llevado un estupendo camino de iluminación y están completamente fuera de nuestras leyes, pero que la Iglesia venga con cuentos de santidad, Jesús se crucificaría antes de pisar al Corporación-se detiene a beber otro resto de sangre-¡Compañeros! Tenemos los contactos suficientes, los espías necesarios, la mano de obra fiel para llevar a cabo esta misión con cautela y éxito, ¡En nuestras manos está la vida del pequeño y la vida de todos los hijos de su demonio! ¿Qué me dicen?

-Pues, si estamos aquí es por algo y nuestros roles están en juego, no tenemos tiempo que perder. Ahora mismo puedo largarme a buscar espías que se introduzcan en la corporación y en la Iglesia, seguro que su santidad ha pisado mis infiernos-respondió preocupado el duque Álastor.

-Apoyo la palabra del señor duque-agregó Soledad, sonriéndole al joven- No podemos seguir perdiendo el tiempo en cortesías y diplomacia, sabemos muy bien que todos luchamos por una misma causa y nuestro bien común.

-Hmmm… No se que mucho podrá hacer un templario añejo en esto, sin embargo, ¡Mis fuerzas están con la causa!-vociferó el armado.

-¡A darle caña! Jajaja, seguro que Satán vencerá esta vez, algún día que le toque ¿no?-selló el músico, relajado y confiado.

-Si necesitan ciencia, aquí estaré-aprobó el médico.

-Muy bien, muy bien, no me esperaba menos de uds, son lo que pensé que serían. Ahora bien, esta noche los hombres de la corporación se dedicarán a celebrar el hecho de encontrar una fecha exacta para la ejecución del infante, nosotros nos dedicaremos a afiatarnos y reflexionar sobre los pasos a seguir, al alba descansaremos, para empezar los movimientos la noche que sigue. Estos han sido expresas órdenes de quien convocó a esta organización, el heredero de la dinastía Capodelli, los fundadores del círculo-determinó la monje.

-¿Y dónde está aquel mandatario? ¿No debería estar aquí junto a sus elegidos?- cuestiona el templario.

-¡No!, él nos ha encomendado a nosotros la completa acción del círculo, seguramente estará viajando a lo largo del mundo buscando en suburbios a los fieles al círculo, algunos aún están perdidos-respondió Samanta- Ahora quiero que descubran sus habitaciones y reflexionen a solas, nos veremos aquí un poco antes del alba para determinar tareas, yo misma iré a buscarlos, ¡Adieu!-terminó levantándose de su trono y pendiéndose en la penumbra.

-Yo les indicaré sus habitaciones, uno por uno. Doctor, acompáñeme por favor-pidió Soledad, mientras se levantaba y hacía un gesto de invitación al médico.

A los dos se los tragó la sombra, los restantes terminaban sus tragos y miraban al vacío, reflexivamente. A los minutos volvió la vampira para invitar al templario a su habitación, luego de un rato lo hizo con el músico.

-Sólo queda ud, señor duque-le invitó sonriendo-yo lo llevaré a su lugar de descanso, manténgase cerca de mí por favor.

-Perfecto mi lady, a tú lado con gusto-le siguió Álastor, quien ya se había interesado en la dama y pretendía conocerla mejor en el transcurso de la misión-aun que te advierto que tropiezo con facilidad Jejeje.

-No se preocupe, no hay mayores obstáculos en el pasillo y yo puedo ayudarle en caso de que se tropiece-le respondía, con un poco de nerviosismo la joven.

-El camino se me hace eterno, sabes, aun que me siento muy bien caminando en un vacío y guiado por una vampira, esto ni en mis mejores sueños- comentaba a modo de forjar la confianza.

-A ud le interesan mucho los vampiros, ¿Qué relatos y leyendas conoce sobre nosotros?-le pregunta mirándolo a los ojos, se ha creado un vínculo especial entre los dos y todo se detiene en un instante.

-Pues muchísimas, cuando pequeño mi abuelo me contaba de sus aventuras por las noches en barrios de vampiros, donde estos planeaban desaparecer de la vista humana-le dice mirando hacia otro lado, pues estaba un poco nervioso.

Soledad lo mira con cariño, en tan poco había sentido una gran atracción por el muchacho, sin embargo, sentía que debía conocerlo muchísimo más. Notaba que era correspondido, pero no sabía si era tan real.

-¡Aquí es!-se detiene la vampira, y le señala la puerta-la habitación número 12, es bastante cómoda y podrá hacer lo que guste sin molestar a los demás, pues todos estamos separados por dos piezas.

El duque abre la puerta y queda bastante conforme con lo ve, pero siente un poco de tristeza de tener que despedirse de la señorita. Sabía que era el momento del “hasta luego”, no quería pronunciarlo.

-Ehm…Bueno…-rompe el silencio la joven-ahora le dejo reflexionar, más tarde vendrá Samanta a convocarle. Luego descansará, no se preocupe, si sucede algo dentro del día nos avisarán los buitres que rondan la corporación.

-¿Buitres?-le pregunta el joven, en parte porque le preocupa saber sobre dichos seres y en parte para estar más con ella.

-Si, buitres, servidores del círculo que parecen ser simples civiles, pero son espías muy eficientes, podría hasta uno estar trabajando en el mismo plan de ejecución… ¿Quién sabe?-le responde, mirando al suelo esperando el actuar del joven.

-Claro, todo es posible dentro del Caos de esta orden Jejeje, en fin… Ha sido un gran placer conocerle mi lady-le confiesa, tomándole la mano para besársela y esperando a que le mire a los ojos. La vampira lo hace-espero que descanse bien, entre oscuros sueños… ¡Adieu!-termina haciendo una reverencia.

-¡Adieu mi lord!-se despide la joven copiando el gesto final del muchacho, para luego dar unos pasos entre la sombra y desaparecer.

Álastor miraba hacia donde creía que podía encontrarse, se quedó en la puerta un momento reflexionando, ¿Qué estaba pasando? ¿Tanto le podía atraer una vampira? Es que realmente era hermosa y tener ese vínculo especial le estremecía su ser. Finalmente entró y cerró la puerta suavemente.

Luego de una hora, llegó Samanta preguntando por las sugerencias y críticas del duque, acordaron que este último saldría a hablar con el jefe de la milicia oriental, Kanamoto, para así tener más aliados y asegurar un trabajo de calidad. Al llegar el alba, todos los componentes del círculo dormían en sus camas, sabiendo que, al despertar, las cosas se pondrían intensas.

sábado, 27 de septiembre de 2008

Dío

-Hoy el viento suspira rebeldía, espera el levantamiento de los suburbios apestados de rutina, la bestia encerrada en el cubo de la moralidad y decencia está por estallar en mil trozos de locura, aquel que me ha encerrado hoy aquí en nombre de su Díos se ha condenado a si mismo a contradecir a quien representa, ¿por qué un padre iba a encarnar a su hijo y encerrarlo en un lejano lugar? ¿Por qué lo condenaría a muerte? ¿Volverán a hacer lo que le hicieron a Cristo? Maldigo a la humanidad, al igual que lo hacen las hormigas al pasar día a día por las calles de esta fría ciudad, les maldigo y les amo, al igual que lo hacen las parejas sumergidas en el hermoso mundo del “Te amo”, alabando esta existencia más que cualquier rico de mansión. La maldigo y la amo como los locos, aquellos que se transportan en diferentes mundos y que por eso los mandan a callar, a dormir involuntariamente, encerrados en un hospital. Es tan extraño sentir este doble corazón, supuestamente en mí yace todo lo que el diablo produce y procrea, en mi ocultaron lo que ellos quieren dejar, o hacer creer a los ilusos que van a dejar, ¿por qué yo? No entiendo porque me eligieron a mi entre tantos niños que circulan por las calles, que juegan a no ser parte de este frívolo universo corrupto, a volar en un arcoiris de ilusiones, ¿será por qué yo hace un tiempo que había dejado de creer en eso?, pero aún tengo fe en encontrar la felicidad y un rincón luminoso en esta tierra, un amor eterno. Sin embargo ellos una vez más quieren impedir mi meta, quieren destruir lo que es parte de ellos. Pobres hombres que no saben lo que hacen, pues su deidad juega ajedrez contra si mismo-susurra el niño en la oscura habitación, se balancea en posición fetal.

El viento sopla fuerte fuera del edificio de la corporación, sus ventanas de acero no se molestan ante el frío. En su interior, trabajan y trabajan científicos que buscan la lógica de la existencia humana, mientras en la magna oficina de su núcleo se masturba el titiritero de sus diarias jornadas. Además de evaluar la situación de su nuevo huésped, el niño que contiene al demonio y todos los males en su cuerpo, aquella maldita criatura que salvará al mundo de una sana vida: El equilibrio.

-Mister Otto, preséntese ahora en mi oficina por favor-llamaba el obispo por el citófono a su mejor subordinado, mientras se arreglaba las vestimentas para ocultar sus oscuras travesuras.
El obispo Señor Duchttler Deigwütter es el líder de la iglesia salvadora de Cristo, tendencia religiosa que profetizaba acabar con el mal en la tierra a base de descubrimientos científicos, desesperados por acabar con el incremento de desertores de la iglesia. Su último delirio fue la teoría de concentración maligna. Esta teoría plantea que todo el mal puede ser concentrado en una materia viva y al matar dicho ser se podría acabar eventualmente con este mal. Pero siempre el mal y el bien han sido conceptos tan difíciles de describir como los sentimientos, lástima que en estas oficinas no se crea lo mismo.

Se abre la puerta y entra un sujeto rubio, bajo, esbelto y vestido formalmente con una corbata que estrangulaba su rostro preocupado y sudado.
-Dígame, señor mío, ¿Qué requiere?-pregunta nervioso el empleado.

-Pues… ehm… A, ¡sí!, quiero un reporte del estado actual del chico y fechas estimadas para su ejecución, recuerde que quiero una horca en medio de la plaza de armas de la ciudad. Espero que todos los detalles al respecto estén listos para aquel glorioso día-le responde, sin mirarlo, el religioso.

-Perfecto, antes de medianoche tendrá la fecha indicada y el reporte de la salud del chiquillo se la traeré yo mismo en unos minutos-se compromete el ejecutivo, apretando su puño fuera de la vista del mandatario.-con permiso, su santidad.

-Si, si, que Díos te bendiga hijo-le permite el obispo, sin mayor interés ni reflexión en sus palabras.

Otto sale de la oficina feliz, en sus manos estaba el completo poder informativo entre los empleados y el líder, suficiente poder para ejercer autoridad y jugar con la monotonía de sus colegas.
-Ya, pongámonos a trabajar, debemos analizar la situación actual de la criatura maldita y proponer fechas supuestas de la ejecución del mismo, quiero análisis en tres minutos y propuestas en dos horas, no me defrauden-ordena Otto mientras choca su puño contra su mesa, luego se sienta cómodamente y pone sus pies encima del escritorio, en su computador tiene unos videos de chascarros diversos.

Sus colegas trabajan a toda máquina, parecen hormigas pasándose papeles y lápices, haciendo cálculos y mirando sus pantallas, donde estaba el pequeño niño encerrado en la oscuridad. Sin embargo, Otto no hace mayor cosa que limarse las uñas y reír al son de unos videos que encontró en la red. Todos sabían que la historia era así, están ahí para trabajar por un par de vagos, están ahí para ser explotados por un par de divinos holgazanes, aún así estaban ahí, por que pagan bien y creen en la eliminación del mal, pobres diablos, les han pintado un cuadro que les gustó.
Pero no en todos pasaba lo mismo, un par de ojos azules miraba con mucha atención todo cálculo, toda información, toda expresión emitida en dicha escena, le preocupaba bastante saberlo todo acerca de la criatura que está en dicha habitación, le producía compasión aquel niño en la oscuridad y le producía ansiedad el saber la fecha de su eliminación. Se preguntaba con rabia en su interior el porqué de esta teoría, él no había sido parte de ese odioso pensamiento, ¿por qué había que cargar con una vida?, a ratos se le venía la idea a la cabeza de sabotear este Satánico plan en contra de Satán, el ver destruidos los planes de esta iglesia y cultivar el equilibrio que siempre debió haber estado. Pero, ¿Qué podía hacer él?, si era un inútil empleado de cálculo.

El silencio autómata de la oficina es quebrantado por la presencia de una hermosa pelirroja con un vestido rojo, camina sensualmente por el pasillo principal para dirigirse directamente donde estaba Otto.

-¡Hola mi amor! ¿Cómo ha estado el trabajo?-le saluda la chica tomándolo de la corbata y besándolo en los labios.- ¿Quién es el de la pantalla?

-¡Amor! ¿Tan fácil te dejaron entrar?, pues el trabajo ha estado relajado, ya que sólo me toca hacer trabajar a estos “esclavos”-le responde un poco sorprendido el ejecutivo-el de la pantalla es el niño en el que encarnamos todo el mal, todo ha salido bien y pronto sabremos el día en el que lo vamos a matar.

-¡¿A matar?! Eso suena bastante cruel, ¿no lo crees?, pero supongo será una ceremonia importante, debes avisarme con anticipación para comprarme algo ad hoc a la ocasión-le expresa la joven, aun que no mostraba tanto impacto como intentaba hacerlo.
La pelirroja se llamaba Sofía, hace poco se topó con Otto en un café literario de las cercanías y desde ese día se aman profundamente. Ella trabaja de mesera en dicho café y tiene mucho tiempo libre, por eso, viene muy seguido a visitar a su amado. Antes era un lío que entrara, pero ahora la cosa es distinta. El obispo jamás se ha percatado de esta relación.

Pasaron los minutos y el ejecutivo pidió el informe de salud, la criatura estaba en perfecto estado físico, el mental no importaba. Al instante llegó a las manos del líder eclesiástico, quien, satisfecho, lo tiró por ahí. A Otto no le importaba lo que hiciera el mandatario con su informe, con tal de que este último estuviera conforme, su pellejo seguiría en su puesto. Ahora sólo faltaba la fecha de ejecución, aún quedaba tiempo para proponer algo.

Volvía el empleado a su puesto, donde le esperaba la pelirroja, era hora de empeñarse en cranear una fecha adecuada, no se podía ignorar el hecho que en un par de semanas habían elecciones y no todos estarían atentos completamente al ritual de ejecución, por lo tanto, había que hacerlo antes, pues consecuencia directa de las elecciones son el descontento y la celebración.

Finalmente determinó que la mejor fecha sería en tres días más.

-¡Caballeros! Tengo lista la fecha para nuestro magno evento, será en tres días más. No quiero excusas, no quiero sugerencias ni críticas, sólo quiero que acaten y disfruten del espectáculo, al mismo tiempo que trabajan-anunciaba Otto después se haberse parado encima de su escritorio, Sofía le afirmaba de las piernas-¡Hoy podrán irse a su casa un poco más temprano¡ Así acomodar la agenda para que nada impida que vengan a ser participes de este ritual, pero eso en un par de horas más… ¡A trabajar!

Terminando el autoritario discurso, el ejecutivo salió disparado a la oficina de su jefe, el trabajo de hoy estaba terminado.

domingo, 21 de septiembre de 2008

I

Entre callejuelas se inserta audazmente, tararea una melodía de antaño y sonríe con maldad en los labios. Entre ladrillos, escaleras y aullidos de perros a luna llena, logra percibir a lo lejos la roñosa calle que contiene su destino de hoy. Gustoso de al fin haber llegado se da el lujo de avanzar lentamente, paso a paso saborea este grandioso momento, hasta que por fin se encuentra frente a la vieja puerta del motel “Aureola”.
Golpea seis veces, una voz nace el interior del motel y le grita palabras que con suerte logra distinguir.

-Si- responde confiado. Se abre la puerta ante él, una obscuridad espesa se libera como humo del interior. El aroma a cuerpos sudorosos y placer eran un manjar para su nariz, era igual que la última vez, pero no encontraba el motivo de volver esta vez.

-Ya te explicaré, pasa ya por favor, ¿No te han seguido?- una voz femenina joven le habla desde el interior.

-No, no, no… O… Eso creo Jejeje- responde sonriendo en dirección a donde creía que estaba aquella dama y, con apuro, entra en el lugar. Una figura femenina cierra rápidamente la puerta. Al entrar, se encienden un par de focos rojos y se descubre un magnífico espectáculo ante él: En el centro un grupo de cuerpos tocándose y frotándose entre si, los rodeaban un grupo de tronos de acero oxidado y formas barrocas. Eran seis tronos y dos estaban ocupados, en uno de estos, al centro, una mujer con túnica eclesiástica tomaba su cáliz saludando al recién llegado, a un lado, un hombre con ropajes de cuero le miraba fijamente. La joven que le abrió se escabulle ágilmente en un rincón del lugar.

-Bienvenido duque, me presento, soy Samanta, monje mayor de los conventos del infierno. A mi lado está el señor Andrea Drake, afanado músico ocultista y cabeza del movimiento secreto del macho cabrío. Le hemos llamado hoy para una misión urgente, que revelaré cuando lleguen todos los invitados, por favor tome asiento a mi lado-la mujer tenía una voz suave y una mirada cautivamente, era calva, pero esos luceros rojos hipnotizan a cualquiera, el duque rápidamente atinó a sentarse a su lado.

-Así que el famoso Duque Álastor, dueño de la mayoría de los pubs, bares y moteles del reino. Es un gran placer conocerlo, en sus antros comencé y surgí como músico, además de perder la castidad, Jajaja-le saludó el ocultista, un hombre alto y esbelto, usaba lentes negros, cabellera larga oscura, tenía los labios pintados con un azul marino y la piel tan blanca como la nieve, sus dientes eran afilados y puntiagudos.

-El gusto es mío Andrea, tú música ha hecho crecer bastante la producción de mi cadena, así que nos conviene seguir el contacto Jajaja- Álastor tenía muy claro que era importante mantener los lazos actuales con hombres de la talla de Drake, esto podría llevarle a conseguir más música para ambientar sus locales.

-Por cierto-interrumpe la monje-Quien te abrió se llama Soledad, es una joven sirvienta de nuestro círculo hace un buen tiempo, Soledad ¡ven por favor!

-Si señora, aquí estoy-se muestra la joven al frente de quien le invocó, era baja en estatura y maciza, piel oscura, cabello largo negro y ojos verde claro. Usaba un vestido largo de un negro brillante-un gusto duque, me presento, soy Soledad Diavoleri, dama vampiresa que ha servido al círculo durante siglos.

-El gusto es mío Soledad, la casta de los Diavoleri es muy valorada entre las leyendas malditas de mi pueblo de origen, es un honor estar frente a uno de dicha familia-Álastor desde pequeño adoraba los cuentos de vampiros y demonios, realmente estaba dichoso de conocer a una de una casta tan prestigiosa.

En eso, un golpe brutal da contra la puerta del lugar, la sirvienta se arma de valor para gritar las palabras correspondientes, que el duque aún no logra distinguir. Luego de una grave respuesta se abre la puerta. A grandes pasos entra un hombre con armadura de tamaño muy grande, medía por lo menos dos metros y medio. Dicho ser se sentó velozmente en su trono y, luego de acomodarse, se dignó a presentarse.

-Lord Marco Latorre, mandatario de la legión templaria perdida, es un gusto caballeros, dama, no se molesten en presentarse, escuché toda la conversación y decidí entrar en el momento más “indicado”. Es un gusto- tenía un yelmo con cuernos y una mirada sombría, sus ojos eran negros y en su rostro gruesas facciones, vestía una plateada y brillante armadura, en su pecho se veía tallada una cruz celta. En sus gruesos labios se dibujaba una amplia sonrisa que dejaba ver su colmillo derecho.

-Bienvenido Marco, sólo queda esperar al doctor, de seguro no está lejos de llegar-se excusaba la monje-mientras tanto, os invito a beber la última mezcla sanguínea de las vendimias del norte, está sabrosísima.

Se podía ver sorpresa en el rostro de sus acompañantes, ¿por qué faltaba sólo uno si habían dos tronos desocupados?, nadie atinó a preguntar nada y todos prefirieron obtener la respuesta de los acontecimientos que iban a suceder. Aún en el centro de la escena se podía ver a un grupo de cuerpos jugando a descubrirse en plena desnudez, a escarbarse, a producirse placer. En estas reuniones era algo totalmente ceremonial, pues representaba una de las leyes del círculo, dar rienda suelta al placer humano, se dice que hay tres grandes placeres: Comer, el sexo y defecar, el más sano y menos costoso para representar en una reunión es indudablemente el segundo. Puede ser un poco impactante para los visitantes, pues el círculo generalmente cambiaba, ya que en cada misión o morían sus componentes o preferían retirarse, y algunos aún tenían cierta formación moral que es implantada por la anticuada sociedad.
El duque saboreaba lentamente su trago, era la mejor sangre que había probado jamás en cualquier reunión o local antes visitado, la razón es porque el dueño de las vendimias recibe servicios del círculo cuando es necesario, es un trato justo.
Aun que los extraños sonidos que liberaba el ritual corporal intentaban matar el silencio, no podían y era este el absoluto dueño de la escena, daba como producto reflexiones de los participantes sobre el motivo por el cual se les ha llamado.

Luego de un rato, en la puerta suena una triste melodía de violín.
"Estoy más cerca de lo que tú crees, estoy más cerca que "a tu lado", estoy donde no puedes evadirme, donde no puedes esconderte.. Soy Parte de Tí..."